domingo, 31 de enero de 2010

SONÓ EL DESPERTADOR...


Y terminó el sueño. Hemos vuelto a la realidad. Ni cruel, ni triste realidad, más bien hemos despertado y un enorme vacío ha aparecido en nuestro corazón. A once puntos del primero no tenemos opciones de ganar la liga ¿O sí?

Desde que comenzó la temporada, nuestro objetivo ha sido ganarla, no ha habido otro. Se asumieron los riesgos y las consecuencias, y en éstas estamos. Niños que han jugado menos, otros que han llorado, algunos ya no tienen motivación. Difícil papeleta tiene el de Jarque, si además no sabe de fútbol…

Pero lo asumimos todos, los que estaban y los que llegamos antes y después. Confiamos en él y no lo ha hecho mal. A toro pasado es fácil ver que se marcó el límite más alto, que no tuvo en cuenta factores externos a la calidad de sus jugadores y a su propia preparación, la presión a la que ha sido sometido últimamente ha sido excesiva e inmerecida. Los niños tienen cosas y momentos incompresibles. De lo mejor: los vestuarios y las duchas, esos juegos y cosas que se dicen y que sólo ellos entienden. Y llevamos sin duchas ni vestuarios desde el principio de temporada. De lo peor: las notas y las travesuras que hacen en el colegio o con sus hermanos, los padres no vemos obligados a castigarles privándoles de lo que les guste. Esto también influye en su ánimo.

Así que el entrenador de nuestros niños es un paquete, no va a conseguir el objetivo que se marcó y además está desanimado. Ayer lo noté triste, sin alegría. Otras veces, cuando hemos perdido, lo ha achacado a la mala suerte, al árbitro o a circunstancias puntuales, pero ayer no, ayer se había equivocado. Se perdió porque lo hizo mal, regaló un tiempo entero, no realizó los cambios en el momento necesario, las jugadas de estrategia no le funcionan, no ha enseñado a los niños a colocar la barrera, y que sé yo qué más. La liga al garete.

Así es Nacho Forcén, ha necesitado más de treinta partidos para darse cuenta de que se puede perder porque el entrenador lo hace mal, para saber que no siempre se pierde por mala suerte y que a él también le queda algo de niño. Pero los padres lo sabemos y así como animamos a nuestros hijos y les apoyamos cuando están débiles, le queremos como es, nada más. Hay que aceptar que es muy buen chaval, siempre nos ha sido claro, nunca se ha escondido y los críos le adoran, para los padres es el mayor de los niños.

Y no vamos a permitir que te desanimes. Iremos al Casablanca a por todas y, ganemos o perdamos, lucharemos todos juntos hasta que matemáticamente sea imposible ganar la liga. Te vamos a machacar, las mamis desde la nueva cafetería (también es importante que se junten a “marujear”), los papis desde la terraza de encima del bar (para que no se sepa la cantidad de agua que bebemos) y otros desde el césped, si hace falta se entrará y se te dará el coñazo, para que nos mandes a paseo.

Y se volverá a jugar al fútbol como les has enseñado, y regresaran las risas y la pompas de jabón. Y si perdemos, no lloraremos, no estaremos tristes. Sencillamente nos estaremos preparando para ganar el siguiente partido, que es los que importa, volver a disfrutar, que los críos se diviertan y que nuestro niño mayor esté a gusto y, si se equivoca, no pasa nada, pero si no tiene ni idea y hasta ayer no se había equivocado y vamos sextos. ¡Ánimo! Sois nuestros campeones.

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